martes, 16 de diciembre de 2014

Las maldades

Señalado como marca del pasado
pertrecho, observando con lujuria
los matices del pecado.

Su dedo acusador, me mira
cual puñal de puño nacarado,
no tiene gloria, más bien ira.

Una voluta de humo blanco,
como forma en que suspira
cada vez que reprime su llanto.

Me mira, con tez pálida,
y vuelve a recordar aquel canto
recordando su tez, otrora cálida.

Exhala de nuevo cansado
al desgarrar su crisálida
de ilusiones que han marchado.

¿Dónde quedaron las risas
que buscaba su corazón ajado?
Huyeron de él, con prisas.

Atacaba otros sueños con furia,
a seres a los que siempre avisas
que han de morir por tu penuria.

Y alzas tu voz al cielo, mudo
de risas, sollozando injurias
al engullir tu cadáver crudo.

Mas su vida ya acaba,
por obra de un dios cojonudo
que mil condenas callaba.

De su vida, su suplicio, su tortura,
ya nada le quedaba,
pensó; "Joder, ya nada me cura".

Y fue un mal lejano, su salvación
que atacó sus males con premura,
y fue la muerte, su redención.

Pero no fue muerto el condenado,
y sí liberado de su prisión,
por su pensamiento más odiado.


sábado, 6 de diciembre de 2014

Aquellos

Eran tiempos sombríos
de nubes estrelladas y vacías,
donde el viento brama oscuro
y la oscuridad ciñe cual muro.

Era una edad perdida
en lo funesto del mundo
que robaba fuerzas a la vida.

Eran días de fatiga
donde las flores marchitaban
y las crueles hiedras refulgían.

Eran sueños de alcoba
que abrigaban tus sentidos,
eran sueños que te abrían
los senderos del horrendo futuro.