jueves, 31 de enero de 2013

El rol de la muerte (V)

Vi nublada mi vista, empañada en roja sangre, vi, el color negro de mi vida, vi mi cuerpo desnaturalizado por la muerte y como un hacha pesada en este cruel mundo, desperté.
Pero a mi despertar ya nada era igual, el mundo en que mi vida vi consumir se había extinguido y nada de él se mantuvo...
Me encontraba ahora en una sala amueblada de máquinas e instrumentación, un par de hombres había a mi alrededor, el primero de ellos se encontraba tranquilamente sentado en una silla, observándome, levantose excitado a mi despertar, el otro, en un ordenador estudiando complejos gráficos... y yo... yo estaba inmovilizada en un extraño aparato, en el cuál no podía hablar, moverme o tan sólo sentir.
 -¡Eh! ¡Despertó al fin! - Chilló el hombre que me observaba.
 -¿No me digas? - Respondió el otro irónicamente. -Lo dices como si fuera algo casual. -
 -Eres idiota, lo lógico sería que hubiera fenecido con esto, pero no, aquí está, viva y consciente, capaz de contar al mundo sus vivencias... ¡Vamos! ¡Cuéntaselo todo! -
 -Bien... Chiquilla, estos gráficos que ves en mi pantalla son tus constantes neuronales, y el aparato en que te encuentras es lo que llamamos un "Neuroestimulador". Has sido, pues, conejillo de indias de un cruel e innovador experimento, ya que todas las vivencias acaecidas en tu mente fueron reales en ella, pese a que en la vida real no sean consideradas más que un sueño, el hecho es que fueron creadas en tu mente a partir de este ordenador y programadas por mi mano en el teclado del mismo. Y ahora, pequeña, cuéntanoslo todo. 




Y ahora os dejo un enlace para que podáis leer el relato entero y sin problemas, siento los retrasos de publicación etcétera, el poco tiempo fue más duro que la pereza para con esta labor.
https://www.dropbox.com/s/0difcgagbo1nomr/Desenga%C3%B1o%20mental.pdf

martes, 29 de enero de 2013

Rima 43

Digo hola,
quizás,
tal vez...
Digo te quiero,
digo un abrazo,
una promesa,
una palabra de amor...
un consuelo.

Digo, con toda razón,
que tuyo es mi corazón...

Con un suspiro.

sábado, 26 de enero de 2013

Rima 25

Aunque te hayas cansado,
no te rindas al dolor,
lucha, camarada, sin dudarlo,
haz la guerra y gánala, por amor.

Vence, gana y no lo dudes,
sueña y vive llenamente,
sal y sigue, no murmures,
esto, aquello... ¡Usa la mente!

¡Sé cómo he de vivir!
No voy a cortar mi aorta,
de hecho, que sepas, que soy feliz.

martes, 15 de enero de 2013

El rol de la muerte (IV)

Me encontraba en la linde de un frondoso bosque, mirando a la espesura. Tan sólo veía un par de líneas de troncos de pino y oscuridad... una terrible oscuridad, al girarme, me encontré frente a un puente colgante sobre un gran precipicio, cuerdas gastadas, tablones putrefactos, o rotos, eran los componentes del camino hacia adelante. Pese al vértigo que sentía avancé agilmente por él, de tablón en tablón, hasta que, a mitad del puente, un espacio hueco de tres o cuatro tablones rotos me impedía avanzar normalmente, sin embargo, saltar me infundía autentico pavor. Fue entonces cuándo me detuve por vez primera y miré abajo... el fondo del precipicio era un río de aguas bravas de un extraño color rojizo, diríase que parecía un  río de sangre... armándome de valor salté el trecho que separaba el continuar con mi camino, y vaya si lo salté, pero el siguiente tablón cedió bajo mi peso. Conseguí quedarme colgada de una cuerda del puente, pero, inexplicablemente, mi brazo fue seccionado limpiamente a la altura del hombro, y comenzó a sangrar bestialmente mientras mi cuerpo caía sin parar hacia ese río rojo como la sangre. Cuándo estaba cerca del agua roja perdí el conocimiento por el desangramiento, y fue en ese preciso instante cuándo desperté, de nuevo en esa horrible y oscura sala de nadie.
Al despertar, caminé durante un buen rato sin rumbo por la siniestra oscuridad, no topé con nada, y por ello, volvíme a sentar, tras un buen rato caí de nuevo dormida...
Me encontraba en la misma sala oscura, pero, bajo mis pies, sentía un ligero chapoteo, un fluido, desconocido para mí, se encontraba bajo ellos, pero poco a poco subí el nivel de dicho fluido, hasta que en lugar de andar, me vi obligada a comenzar a nadar para no ahogarme. Nadaba en completa oscuridad, y esto fue así por horas, tal fue el tiempo que pasé de este modo que acabé pensando en dejarlo todo y dejarme morir, antes de poder llevarlo a cabo se iluminó tenuemente la sala, todo rojo, todo sangre, desistí, de dejé caer, me dejé ahogar, pero no pude, contra mi voluntad, ascendió bajo mí una pequeña barquita diseñada con miembros seccionados, piernas y brazos entrelazados. Mi furia por no haber logrado mi propósito de suicidarme era bestial, de hecho, era tal que sin siquiera haberme dado cuenta de qué hacía había llevado la hoja de un agudo puñal, que se encontraba en mi mano, a la parte central de mi garganta por un lateral, justo detrás de la tráquea, y dónde la aorta habita, así, con un súbito movimiento hendí mi pescuezo, atravesándolo de punta a punta, y de un brusco tirón sesgué por entero mi tráquea.