lunes, 26 de diciembre de 2011

No tengo título

Lo vi, aunque pasó rápido cuál relámpago, ni ella ni yo sabíamos que ser u objeto hubiera sido lo bastante rápido y feroz para causar semejante temblor bajo nuestro pies, semejante a un asolador seísmo.
Al principio no tuvimos el valor de acercarnos a mirar que fue. Noté el pánico en sus ojos, pensé que podía ser por la nube negra de polvo y cenizas sobre nuestras cabezas, pero en el fondo sabía que no era por eso… Me encontraba ensimismado, cuando sentí su mano en mi hombro mientras me susurraba “echemos un vistazo”.
Mientras caminábamos hacia la abismal depresión causada por el impacto de “eso”, cada vez me sentía más asustado… o apesadumbrado, pero no por mí, ya que mi vida valía bien poco, sino por ella, notaba que caminaba asustada a mi lado… Opté por abrazarla, sentí así su calor, su cuerpo junto al mío infundiéndome valor…
Allí estábamos junto lo que parecía una roca negra del tamaño de un balón de baloncesto de los grandes, ¿qué era? ¿sería lógico pensar que un meteorito? Podía ser, y de hecho lo pensé, hasta el asombroso, fatídico, extraordinario y cuántos adjetivos más se os ocurran para el hecho que acaeció a continuación.  La roca se partió por la mitad, o más bien se abrió, saliendo de su interior un ser informe, inmoldeado quizás, un ser del cuál no revelaré su nombre por el daño moral que con ello podría causar. No, mejor, conjeturad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario